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I. Los capiteles de Santiago de los Caballeros

Escultura románica de calidad en Zamora

Si visitas la iglesia de Santiago de los Caballeros, conocida también como Santiago el Viejo o de las Eras, puede que te lleves una gran sorpresa. El exterior es muy sencillo y austero, sin embargo el interior esconde algunos de los ejemplos más sorprendentes del arte románico zamorano.

El templo se encuentra en la zona más occidental de la ciudad, fuera del recinto amurallado y al pie del Castillo, en unas «eras» que se conocen como el Campo de la Verdad, uno de los escenarios del Cerco de Zamora.

La iglesia es de una sola nave y conserva su ábside semicircular, orientado hacia el Este. Todo apunta a que su cronología se sitúa en el siglo XII. Una vez dentro, podrás descubrir una muestra de escultura románica de grandísima calidad, observando sus capiteles.

La función didáctica de la escultura medieval

Es de sobra conocida la misión pedagógica y didáctica del arte medieval, pensado para transmitir mensajes a los fieles a través de imágenes e historias. Los capiteles de Santiago de los Caballeros, no son una excepción en este sentido, y se cree que hablan al hombre medieval de las consecuencias del pecado. Vamos a ver los dos capiteles más llamativos.

Capiteles de las columnas

Una vez en el interior del templo, tenemos que fijarnos en los capiteles de dos columnas adosadas al muro, una en el muro Norte y otra en el muro Sur.

Capitel muro Sur: podemos ver una mujer que sostiene con su mano derecha un niño boca abajo y a su lado otro personaje femenino que parece lanzar una piedra. Debajo, dos hombre se enredan con sus brazos. En los laterales aparece un hombre sobre un caballo y una pareja que sostiene a dos hombres abrazados. Este capitel ha sido interpretado como los hombres dominados por el pecado o como representación de los castigos del infierno por pecados como la ira (mujer arrojando la piedra) o la lujuria (pareja con dos hombres abrazados).

Santiago de los Caballeros | Capitel columna muro Sur

Capitel muro Norte: es muy curioso por su collarino de doble sogueado y está dividido en dos partes. En la parte inferior encontramos una densa zona vegetal o de llamas. En la parte superior se representa a un hombre que tira una piedra y otro que mete sus manos en la boca de un cuadrúpedo con cabeza de monstruo. Ambos están acompañados por otros animales que se muerden la cola. En este caso también, las interpretaciones apuntan a los tormentos del infierno (fuego -llamas-, animales monstruosos, serpiente)

Santiago de los Caballeros | Capitel columna muro Norte

Románico de Romancero

La preciosa iglesia de Santiago de los Caballeros es una parada imprescindible en la nueva ruta que hemos creado para que puedas profundizar en el románico de la ciudad. Románico y Romancero son los dos hilos conductores de un itinerario que nos llevará a descubrir la escultura de Santiago y de San Claudio de Olivares. Allí te explicaremos el calendario agrícola de su portada. También veremos las Aceñas y por supuesto en entorno del Castillo. Y todo ello, enlazado con la historia del Cerco, tomando los versos del Romancero para que Doña Urraca, Bellido Dolfos o Arias Gonzalo vuelvan a ser los protagonistas de nuestros días.

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Los mensarios medievales

Los menologios. ¿Sabes qué son y qué representan?

Los menologios o mensarios son los calendarios que los hombres medievales usaban para representar el tiempo y los doce meses del año. Solemos encontrarlos en las portadas de iglesias, en capiteles y en los relieves de muchas construcciones románicas.

Cada vez que comienza un nuevo año, deseamos que la llegada de un nuevo ciclo nos traiga cambios y muchos de nosotros se preguntan: ¿Qué nos deparará el año nuevo?

El hombre del románico, que se ha planteado igual que nosotros y a menudo con ansia la misma pregunta, nos responde con sus “ciclos de meses”. Suelen estar esculpidos en la piedra de las portadas y de los capiteles, o pintados en arcos y bóvedas: los mensarios.

El hombre del románico se hace una promesa a sí mismo cargada de sentido esperanzador: cuando un año termina, el nuevo que empieza mantendrá el pacto, que antes, a su vez, los años anteriores han respetado.

El año nuevo no traicionará las expectativas, y comenzará con el invierno, que será frío y rígido pero no impedirá que los hombres preparen los campos y los viñedos. Luego llegará la época más templada y con el sol los campos se volverán verdes y se llenarán de actividades humanas. Será el momento de la siembra, la partida hacia la guerra, el cuidado de las viñas. Llegarán la cosecha, las recogidas de frutos y la vendimia. Y finalmente volverá el frío al terminar el año, para lo cual de nuevo los hombres se prepararán, almacenando vino, carne y embutidos, y leña para el fuego.

Los mensarios en Castilla y León

En Castilla y León tenemos muchos ejemplos de mensarios, calendarios agrícolas, o menologios, de cronología distinta y distinto soporte. Un ejemplo es el magnífico calendario del Panteón Real de San Isidoro en León, con muchas referencias al mundo agrícola. O el mensario de la portada de la iglesia románica de San Claudio de Olivares, situada a orilla del Duero en Zamora. Es más tardío y por tanto muestra la evolución de la sociedad medieval, cada vez más urbana y artesanal.

Calendario agrícola del Panteón de los Reyes / San Isidoro / Léon
Puerta Norte de San Claudio de Olivares / Zamora

Vamos a fijarnos en San Claudio de Olivares y en la lectura de su portada norte (empieza desde la derecha siguiendo las dovelas de la arquivolta interior). 

Vemos cómo Juno, primer rey de la región romana del Lacio, está sentado a la mesa de banquete celebrando el año venidero y abre oficialmente un nuevo ciclo: es el mes de enero.

Detalle de la arquivolta con el comienzo del calendario


El mes de febrero se encuentra en uno de los canecillos del ábside, donde un «rústico» o aldeano se arrima al fuego con los pies desnudos abriendo las piernas para calentarse. 

Un mes más tarde, en marzo, los campesinos representados airean la viña (otras veces podan, más habitual en otros mensarios). Avanza el año y el mes de abril nos presenta la alegoría encarnada por un joven que alza, con ambas manos, una ramas o flores o brotes tiernos en señal de la fecundidad de la tierra. 

La iglesia de Olivares dedica mayo al caballero halconero, preparado para el combate. La cetrería le permite mantener los músculos tonificados en los períodos en los que no se batalla. Más tarde, ya en junio, toca retirar las malas hierbas en los campos antes de que llegue San Juan. 

Detalle de la arquivolta con los meses de marzo, abril y mayo

Julio es el mes de la siega y de las cosechas, mientras que la faena de la trilla es típica de agosto.


Septiembre es el momento de la vendimia, que en el templo zamorano se traduce en una vid flanqueada por dos vendimiadores, dejando para octubre el trasiego del mosto desde el odre hasta la cuba.


Llega de nuevo el final del año, la labranza y la cosecha dejan paso a la matanza del cerdo, en noviembre, y el festín navideño, en diciembre. En Olivares, los cerdos pastan libremente en una dehesa, aunque en otros mensarios medievales es más habitual la escena del vareo de la bellota, alimento de los cochinos.

Y, por último, en diciembre, San Claudio de Olivares nos ilustra otra actividad: el transporte de la leña a lomos de un borriquillo, los labriegos descansan y hacen acopio de leña para el fuego.

Detalle de la arquivolta, meses de septiembre y octubre

Todo comienza de nuevo, como la vida, y Zamora, capital del Románico, te ofrece estas bellezas y muchas más, que sin duda te sorprenderán.

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