La leyenda del anillo de San Atilano es, sin duda, una de las más conocidas de la ciudad de Zamora.
San Atilano fue el primer Obispo de la Diócesis de Zamora en el siglo X y como tal, es uno de los patronos de la ciudad.
Después de 10 años en su cargo, sufrió una crisis personal, creyendo que sus errores habían sido la causa de muchas calamidades para Zamora y sus habitantes.
Abandonó la ciudad, con el fin de peregrinar hasta Tierra Santa y expiar sus pecados, despojándose de todos sus bienes, y al tirar su anillo al Duero pensó que, si lo volvía a recuperar, sería una señal divina de su perdón.
Después de dos años de peregrinación, regresó, y se hospedó en una ermita a las afueras de la ciudad, donde le tocó limpiar un barbo para dar de comer a los demás. ¿Qué contenía el barbo en sus tripas? El anillo, ¡claro!.
Atilano, una vez recuperado su anillo, se sintió muy sorprendido y feliz y cuando por fin se lo puso de nuevo al dedo, todas las campanas de la ciudad empezaron a repicar solas y sus harapos se convirtieron en vestimenta episcopales.
Por este motivo, a nuestro santo obispo Atilano siempre se le representa con sus atributos episcopales y un barbo en la mano.
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