El poeta Blas de Otero visitó Zamora en varias ocasiones, dejando sus vivencias plasmadas en varios de sus poemas.
No sólo visitó Zamora, sino que también poblaciones como La Hiniesta o Villaralbo.
La mayor parte de sus escritos nacieron recordando el verano que paso en la ciudad en el año 1953 o 1954.
«El Duero. Las aceñas de Zamora
el cielo luminosamente rojo.
Compañeros. Escribo de memoria
lo que tuve delante de mis ojos.»
«Por los puentes de Zamora,
sola y lenta, iba mi alma.
No por el puente de hierro,
el de piedra es el que amaba.
A ratos miraba al cielo,
a ratos miraba el agua.
Por los puentes de Zamora,
lenta y sola, iba mi alma.»
«Crepúsculo y aurora.
Puentes de Zamora.
El alba
se enreda entre los troncos
de álamos verdes,
orillados de oro.
Puentes de Zamora.
De oro del poniente
tienes la frente roja
la brisa cabecea,
cecea entre las hojas.
Crepúsculo y aurora.
Puentes de Zamora.»
«Puente de piedra, en Zamora,
sobre las aguas del Duero.
Puente para labriegos, carros,
mulas con campanillas, niños
brunos.
Vieja piedra cansada
de ver bajo tus arcos
pasar el tiempo.
Junto a la orilla, baten
las aceñas, España
de rotos sueños.
Cuando el poniente pone
sutil el aire y el rojo
el cielo,
el puente se dibuja
tersamente, y se oye
gemir el Duero.»
«Zamora era de oro,
Ávila de plata.
Contra el azul del cielo
torres se dibujaban.
Románicos mosaicos,
ágiles espadañas.
Zamora de oro,
Ávila de plata.
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